Desde este paraje podemos apreciar la diferencia entre la zona de penillanura con el profundo y escarpado encajonamiento que ha producido el curso de río Duero a lo largo de los años. En algunos lugares estos espectaculares desfiladeros alcanzan más de 500 metros de altura.
El clima mediterráneo ha permitido cultivar especies típicas como el olivo, la vid, el almendro y diferentes árboles frutales.
Para poder cultivar estas importantes pendientes, los agricultores arribeños se vieron obligados a levantar imponentes bancales; terrazas artificiales que aumentaban la profundidad del suelo cultivable y evitaban la erosión producida por las lluvias que arrastraban la tierra.