Situada junto al antiguo camino real, en la salida hacia Valencia, se encuentra la ermita de San Roque. Tras la epidemia de peste que sufrió la villa en 1600, los argandeños comenzaron la construcción de este templo como ofrenda al Santo en agradecimiento por el fin de la peste. La ermita fue consagrada en 1603 y posteriormente reformada, datando la actual de la segunda mitad del siglo XVIII. Se trata de un templo sencillo de pequeñas dimensiones y planta cuadrada con sacristía anexa a la cabecera, con muros interiores de mampostería enfoscada y pintados de blanco. En el exterior tanto las esquinas del edificio como la puerta de la fachada están realizados con sillares de piedra de Colmenar. Su interior está presidido por un altar en el que se venera la imagen de San Roque realizada en 1940.