Fue construida entre los siglos XIII y XIV, con un estilo inicial gótico mudéjar, aunque después ha sufrido varias incorporaciones de otros estilos. Fue restaurada en el siglo XUIII por Pedro de Silva tras el terremoto de Liboa, y reformada en 1911, con la construcción de la portada actual y la capilla de la inmaculada.
Conserva en su altar un magnífico retablo de la escuela de Alejo Fernández de principios del siglo XVI. Para visitar la iglesia fuera de culto puede acudirse al párroco o a un amable vecino llamado popularmente "Matito", que vive frente al templo.