La Reina Juana ordenó la construcción de este imponente recinto fortificado en 1505, como parte de la estrategia de los Reyes Católicos para controlar y proteger la costa del recién conquistado reino de Granada. Aunque su edificación se extendió por varias décadas, su propósito era salvaguardar el litoral, convirtiéndose en la nueva barrera defensiva cristiana. La población se incrementó con la reubicación de habitantes del interior hacia la costa, incentivando la llegada de cristianos viejos a través de incentivos fiscales. En 2008, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía llevó a cabo la restauración de la muralla, que había sido declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento. El diseño del castillo amurallado presentaba una forma hexagonal irregular de 475 metros de perímetro, con siete torreones estratégicamente ubicados en sus vértices. La fortaleza contaba con dos accesos principales, la Puerta de Tierra, orientada hacia el río al este, y la Puerta del Mar, que se abría hacia el litoral.