La Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción destaca como una joya arquitectónica, impregnada de una historia profunda y un diseño arquitectónico notable. Erigida en el año 1501 dentro de las murallas de la ciudad, su fachada revela parapetos con aspilleras, evidenciando su función protectora como fortaleza eclesiástica. El interior se organiza en una estructura de cruz latina, con tres naves divididas por arcos de medio punto que descansan sobre robustos pilares. La nave principal está coronada por bóvedas de crucería, y el transepto se adorna con una cúpula semiesférica. A lo largo de los siglos, la iglesia ha sido testigo de varias adversidades, sufrió destrucción durante un ataque otomano en 1620 y daños significativos por un sismo en 1804, afectando principalmente la parte superior de la torre. En los años noventa, el arquitecto Nicolás Linares Fernández emprendió una restauración definitiva que revitalizó su esplendor. Hoy, la Iglesia de la Inmaculada Concepción no solo ofrece un espacio para la espiritualidad, sino que también se erige como un emblema del patrimonio histórico y cultural de Adra, preservando las huellas del tiempo para las futuras generaciones.