Su historia se remonta a tiempos de los íberos al encontrarse huellas que evidencian la presencia de gentes en esta época en la zona de Los Castillejos. Con la romanización pronto serían absorbidas, una necrópolis ubicada en el “Montañés” nos habla del paso del Imperio romano por la zona. El poderío musulmán también recalcó en estas tierras, siendo este el momento en el que se pone como inicio a la historia de la localidad. Será en 1181 cuando se afirma que Puertomingalvo fue reconquistado, y en 1202 se establece el acta fundacional de la Villa.
El núcleo urbano se asienta sobre un promontorio rocoso presidido por los volúmenes del Castillo. Conjunto formado por una complicada red de calles estrechas en las que se levantan buenos ejemplos de arquitectura popular, destacando algunas construcciones como la casa del Ayuntamiento. Obra levantada entre los siglos XIV y XV, presenta una bella fachada realizada en sillería de piedra en la que destacan sus accesos en forma de arco de medio punto adovelados, así como sus hermosos vanos geminados de la planta superior. Todo rematado por un maravilloso alero de madera trabajada. Cabe señalar también las edificaciones de la Casa “Lloveros” y la “Alta”, pertenecientes al gótico levantino, y el antiguo hospital de Santa María de Gracia, obra del siglo XV con una bella historia detrás. Es en lo alto del conjunto urbano donde se encuentra el castillo, elemento más significativo de la localidad. Se tienen noticias de él en 1202 con el nombre árabe de Avingalbón. Pedro II lo donó al Obispo de Zaragoza, para después entrar en un largo periodo de abandono. Es una de las fortificaciones mejor conservadas de toda el área del Maestrazgo, configurándose como un espléndido mirador panorámico de la zona. Al castillo hay que añadirle los restos del recinto amurallado, nos referimos a los portales llamados Portalón y Portalillo. Compitiendo por resaltar ante los ojos del visitante nos encontramos con la Iglesia parroquial de la Asunción y San Blas. Bella construcción barroca del siglo XVIII formada por tres naves, coro alto y torre campanario que en su día actuó como fortaleza. Cabe destacar la decoración pictórica que reciben los muros del interior del templo y lamentar las pérdidas del retablo mayor y el Sagrario. Lo más alto de la torre se convierte en otro de los miradores más codiciados desde el cual se obtienen unas estupendas vistas de la Sierra de Gúdar. Repartidos por al localidad se levantan los peirones de de San Bernabé, del Dornajo, de la Pilarica y el de Santa Bárbara. Contribuyendo todo ello a que la totalidad del núcleo poblacional sea considerada Conjunto Monumental y declarado de Interés Turístico. En las afueras nos topamos con una magnífica masía fortificada que nos habla de la importancia de protección de estas tierras en épocas pasadas. Los alrededores más cercanos se completan con las ermitas de San Bernabé y Santa Bárbara, desde las cuales obtenemos, igualmente, excepcionales panorámicas del en torno.
A pocos kilómetros nos encontramos con las localidades de Linares de Mora y Mosqueruela, bellos municipios donde es más que recomendable un recorrido por su casco urbano, descubriendo verdaderas joyas del patrimonio etnográfico de la comarca. Tenemos una cita obligada con la Sierra de Gúdar, donde se nos abren un sin fin de posibilidades, visitar lugares como los Pinares del Moro, el Alto de Gúdar o los Caños de Gúdar; practicar diversos deportes como escalada, senderismo o esquí alpino, en las pistas de la Estación de Esquí; o conocer núcleos de la talla de Valdelinares o Alcalá de la Selva. Dirigiéndonos al sur la capital de la comarca no se hace esperar, Mora de Rubielos nos da la bienvenida invitándonos a conocer su maravilloso casco urbano con elementos tan significativos como la Ex-Colegiata de Santa María y el castillo y muralla.