En plena comarca del Matarraña, al noroeste de la provincia de Teruel, se sitúa Calaceite en una fértil loma entre los ríos Algars y Matarraña. El hombre en la prehistoria habitó esta zona abundante en caza y pesca, dejando frecuentes muestras de pinturas rupestres descubiertas por el arqueólogo Juan Cabré en 1919 (Calapatá, Barranc dels Gascons, grabados rupestres en La Vallrovira). Los poblados íberos, abundantes en el entorno de Calaceite (Tossal Redó, Els Castellans, Sant Antoni, etc...), quedaron destruidos en el periodo de romanización del país. Son del mayor interés los restos del collado de Sant Antoni situado a un kilómetro al sur de la población. El topónimo de Calaceite proviene de la fortaleza árabe, ya desaparecida, que coronó el cerro donde se asienta la villa: Qal’az Zayd (Castillo de los Zayd: notable familia que se estableció en estas fértiles tierras). De esta etapa árabe quedan numerosos huertecillos con pozo de noria, el molino aceitero (Molí de la Vila) y los azudes del Molí Nou y Molí Vell. En el s.XIl el Conde Ramón Berenguer IV organiza la reconquista cristiana del territorio y encomienda la villa a los caballeros de Cambrils y Canyelles. Más tarde, y hasta el s.XV Calaceite estará bajo el dominio de la Orden de Calatrava. Del 1452 hasta la desamortización, el Cabildo de la Catedral de Tortosa será dueño de Calaceite. En el año 1644, los ejércitos de Felipe IV en sus guerras contra Cataluña, destruyeron la ciudad, la iglesia gótica y la mayoría de los edificios, esto explica que muchos de ellos fueron restaurados en el siglo XVIII en un periodo de paz y expansión económica. Calaceite fue catalogado en 1973 Conjunto Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural (BIC).