El tren de Arganda (el que "pita más que anda") nació hace ahora 130 años como uno de los primeros y escasos frutos de la revolución industrial en España. Pronto hubo un tendido férreo que partía de la capital y que debía llegar hasta Aragón, según el proyecto inicial, para dar servicio a la Azucarera de La Poveda, un barrio de este pueblo del sureste de la Comunidad de Madrid. Pero la explotación de la remolacha para producir azúcar decayó y dio paso a un tren cementero que usó la vía estrecha hasta los años 90, cuando también cesó esta actividad.
Ese tren dejó de funcionar quedando las vías en desuso y gracias al empeño del Centro de Iniciativas Ferroviarias Vapor Madrid y al decidido apoyo del Ayuntamiento de Arganda, podemos hoy revivir y disfrutar los traqueteos del famoso Ferrocarril del Tajuña todos los domingos de primavera y otoño. Situado en La Poveda, es más que un museo, es un museo vivo, donde el visitante se convertirá en viajero y dará un bonito paseo en un tren de vapor de principios de siglo. En este punto podremos ver el Museo del Tren, donde además de disfrutar de una colección de piezas ferroviarias, experimentaremos el espíritu aventurero de aquellos viajes del siglo XIX, cruzando puentes de hierro, bordeando acantilados, y lo mejor de todo, en un paraje de una belleza excepcional, en el corazón del Parque regional del Sureste.