Situadas en la calle de las ventas, se encuentran catalogadas dentro de la arquitectura popular rural y son parte del patrimonio histórico-etnológico. Responden a la necesidad de guardar el vino que se realizaba antiguamente en la zona y por ser este método el de mejor conservación para el mismo debido a que conserva la temperatura de forma constante en unos 14-15ºC, siendo secas en invierno y frescas en verano. Según Linares Edo, las bodegas fueron construidas en el siglo XVI.
Para acceder a las bodegas nos encontramos unas escaleras descendentes, para encontrarnos con un espacio dividido en varias secciones con arcos de sillería y techo con bóvedas de piedra y arenisca blanca. Los laterales están sujetos con dos arcos de piedra y sillería.
La construcción de las bodegas y su ubicación se debe a que el terreno es en parte arcilloso y con piedras areniscas que facilitan la excavación. Primeramente se practica un corte vertical en la ladera del cerro, que permitirá la excavación de la entrada en horizontal. Se avanza de arriba hacia abajo, y se practica el primer zarcero o agujero de ventilación, se continúa de ahí en horizontal para completar la planta de la bodega. Abriendo poco a poco los restantes zarceros según la extensión. Se realizaban con pico y pala, sacando la tierra en cestas y calderos. La tierra extraída se echaba sobre la misma bodega, en el exterior a modo de protección, formando bancales para escurrir el agua de lluvia y evitar filtraciones.
Los numerosos restos de herramientas vinculadas a la vendimia, dan testimonio de la importancia que tenía dicho cultivo en estas tierras; actualmente forman parte del legado histórico de la cultura rural, gracias a algunas familias de la zona todavía se conserva la tradición vitícola pero solo para autoconsumo.
