Descripción
Está constatada la presencia humana desde el periodo neolítico gracias a los restos encontrados en la cueva de los Herreros. Del periodo ibérico existen varios asentamientos coincidiendo uno de ellos dentro del recinto del castillo. Los restos del periodo romano son los más numerosos de toda la comarca, destacando la gran cantidad de lápidas encontradas, con especial relevancia de la conocida como Quintia Prova debido a que es la única de toda la antigua Hispania en la que se cita el costo de un arco romano con dos estatuas. Las primeras referencias al núcleo actual de Jérica se producen durante la dominación musulmana, siendo incluida en la Taifa de Valencia tras la desintegración del Califato de Córdoba en 1027; en 1098 fue conquistada por el Cid. De esta época aún perdura el primer cuerpo de la torre de campanas y las zonas más antiguas del castillo. El 5 de febrero de 1235 fue conquistada por las tropas cristianas al mando del sacristán gerundense Guillem de Montgriu, aunque la población musulmana no fue expulsada. Jérica. Vista general En el año 1249 se produjo el otorgamiento de Carta Puebla para poblar los lugares de Jérica, puesto que el despoblamiento era ya evidente. En 1255 el rey Jaime I donó la villa de Jérica y sus términos al hijo habido con Teresa Gil de Vidaure, Don Jaime, que sería así el primer señor de la baronía de la villa de Jérica, así como de Bejís, Liria, Andilla y Altura en 1257, señorío de cujas villas fue también de su madre. El 29 de noviembre del año 1255 el rey Jaime I otorgó en Calatayud el privilegio para que el Camino Real que baja de Aragón a Valencia pasase por Jérica, abandonando así la antigua vía que no se encontraba cercana a la población. Los reales privilegios se sucedieron y el Rey concedió potro en el año 1261 por el que se amplió el término del castillo y villa de Jérica. En 1272 Jaime I hizo donación en testamento, a su hijo Jaime, del castillo y villa de Jérica. Jaime II de Jérica accedió al señorío en el año 1284 y dos años después, en 1286, el rey Alfonso confirmó el privilegio de franqueza de la villa. El gobierno de este señor duró hasta el año 1321, el cual hizo heredero a su hijo Jaime. Siendo señor de la villa Jaime III de Jérica y por provisión del rey Alfonso IV de Aragón, se mandó la fortificación de la villa por medio de la muralla de media villa, señalándose ya que esta muralla existía anteriormente. Don Pedro II de Jérica testó en el año 1361 a favor de sus hijos Juan y Pedro, quedando como heredero del señorío Juan Alfonso. En estos momentos cuando la guerra entre los reyes de Aragón y Castilla se recrudeció, y en el año 1363 el ejército castellano entró en la villa haciéndose fuerte en el castillo y la iglesia que se estaba labrando en él. En 1369 murió Juan Alfonso de Jérica, último señor de la villa y con el que se extinguió la casa de Jérica al no dejar herederos. Jérica fue entonces devuelta a Pedro IV el Ceremonioso como bien real. El Rey decidió en el año 1372 hacer condado y dar investidura de él al infante don Martín, en feudo y bajo pacto de volver a la Corona, al casar éste con María de Luna, señora de Segorbe. La incorporación de Jérica a la Corona Real duró poco tiempo: en 1417 siendo rey Alfonso V la donó en señorío a su hermano, el infante Don Juan. El señorío de nuevo duró pocos años y en 1431 el infante don Juan lo vendió de manera ilegal a Francisco Zarzuela. Fueron años aquellos de descontento para la población, que sufrió con un gobierno tirano por parte de una familia que nada tenía que ver con ellos. Las cosas continuaron así hasta que en el año 1479 las conversaciones de los jericanos con el rey Fernando el Católico dieron sus frutos y la villa fue de nuevo incorporada a la Corona. En el año 1537, Carlos I de España donó el señorío al Duque de Calabria, quien a su muerte, lo donó a los monjes del Monasterio de San Miguel de los Reyes de Valencia. Se produjo entonces un litigio entre los gobernadores de la villa y el entonces emperador Carlos I, al que se le solicitó de nuevo la incorporación al dominio real. Así, y durante el gobierno de Felipe I, siendo el año 1564, Jérica fue ya plenamente incorporada al dominio real. En 1565 abandonó el Fuero de Aragón, mediante el cual habían sido pobladas, y adoptó el de Valencia, ostentando desde entonces escudo propio. Terminada la Guerra de Sucesión, el rey Felipe V, para premiar los servicios del duque de Berwick, vencedor en Almansa, creó el ducado de Liria y Jérica y se lo concedió. El primer duque, Jacobo Fitz-James Stuart, era hijo de Jacobo II, rey de Inglaterra, quien le había nombrado duque de Berwick y virrey de Irlanda. Fue mariscal de Francia y capitán general de España durante la guerra de Sucesión. El tercer duque de Liria y Jérica, llamado como su abuelo, casó con María Teresa de Silva y Palafox Álvarez de Toledo, duquesa de Alba. A partir de este momento, el título de Duque de Liria y Jérica, pasa a manos de la Casa de Alba, estando en posesión en la actualidad por Cayetana Fitz-James Stuart, quien es además Alcaldesa Honorífica de Liria. Durante las guerras carlistas, los carlistas se hicieron fuertes en su castillo, que fue posteriormente demolido por las tropas liberales. Por último, la localidad sufrió una gran devastación durante la Guerra civil española hasta el punto de solicitar la inclusión en la lista de Regiones Devastadas lo que hizo que el estado se encargara de la reconstrucción de numerosos monumentos.