Agost se encuentra a menos de 20 km de la costa alicantina, al tiempo que se sitúa a los pies de la Sierra del Ventós y del Maigmó. Un paisaje entre montaña y playas en el que destaca la Vía Verde Agost-Maigmó, con 22 km de recorrido en un entorno que merece la pena visitar. No obstante, si buscamos una seña de identidad en Agost la encontramos en la alfarería, una industria que fue el motor económico de la población durante mcuhas generaciones. Aún es posible visitar los talleres y ver a los artesanos trabajar en el torno. Las actuales alfarerías, abiertas al turismo de experiencias, nos ofrecen la posibilidad de realizar talleres y clases de torno, para poder experimentar el tacto del barro y crear una pieza con nuestras manos. El Museo de Alfarería, situado en una antigua fábrica de principios del siglo XX, nos permite conocer el proceso de elaboración de la cerámica, al tiempo que descubrir la importancia que tuvo el desarrollo de la industria alfarera en el pueblo de Agost. El centro histórico de la localidad, situado en la ladera del cerro coronado por un pequeño castillo y la ermita de San Pedro, presenta calles sinuosas y circulares, y conserva la esencia de pueblo que ha caracterizado a Agost durante siglos. La iglesia parroquial de San Pedro y la ermita de Santa Justa y Rufina, patronas de la alfarería, completan la arquitectura religiosa del pueblo, sin olvidar la visita obligada al lavadero y a la Fuente del Abeurador, en la que el trasiego de cántaros para abastecer de agua potable a las casas, ha dejado huella en la piedra de la propia fuente. En definitiva, un pueblo por descubrir, lleno de experiencias inolvidables.