Conocida por ese nombre al hallarse en la partida huertana de Censal, se encuentra al borde del Caminàs, en su cruce con el Camí Villamargo. En otros tiempos también era llamada Sant Josep de l'Olivera.
Su construcción se inició en 1685, concluyéndose en 1689. Se inauguró el 25 de junio de ese año por el obispo Andrés Caperó con misa celebrada por mossén Francesc Bou. Durante mucho tiempo estuvo semiabandonada y fue la ermita peor conservada de las existentes en el Caminàs. En 1969 fue cedida al Gremio de Carpinteros de Castelló, entidad que la restuaró y se encarga de su cuidado y mantenimiento. No tiene culto habitual, y se ha pensado en ella para albergar la ampliación del Museo Municipal de Etnología.