Menorca es una de las islas del Mediterráneo más especiales y concurridas en verano por sus increíbles playas pero además de ser el objetivo del turismo de alto standing, en los últimos años se ha destapado como un lugar excepcional para viajar en familia con los niños.
La poca masificación de las playas y la oferta de deporte, naturaleza y cultura la convierten en un destino familiar ideal al que acudir sin temor a que nuestros hijos se aburran, a la vez que podemos hacer actividades en grupo que nos ayudarán a pasar un tiempo inolvidable.
Si quieres un plan saludable que además de divertir sea provechoso culturalmente, la visita a la cantera de Líthica es algo que sorprenderá por igual a pequeños y mayores.
Se trata de una antigua cantera de piedra característica que da un color blanquecino en tonalidades desde el ocre al rosado y es la piedra que vemos continuamente en las playas y casas de toda la isla.
Podemos visitar la cantera en desuso y descubrir que se ha convertido en un vergel trufado de árboles frutales en los que encontrar sombra y descanso, y en el que a la vez podemos perdernos en un paseo de aproximadamente 1 hora. Tendremos la sensación de que el tiempo se ha parado completamente a nuestro alrededor. Desde los grandes cubos vacíos a la cantera del Anfiteatro que da cobijo a multitud de actividades socioculturales como conciertos al lugar donde los chavales se podrán volver locos: la cantera del laberinto.
El lugar está perfectamente señalizado y no es peligroso por lo que los niños pueden correr y jugar a su voluntad además de aprender un poco más del arte de tallar piedras. Un agradable paseo en familia que por su originalidad merece la pena ser visitado.
Si los niños son ya un poco mayores y rozan los 10 años de edad, una actividad perfecta es reservar una tarde para hacer Kayak ya que nos permitirá hacer algo juntos en familia a la vez que descubrimos lugares inaccesibles como las: cuevas marinas y calas escondidas que nos harán pensar que estamos en las míticas playas del Pacífico.
Podemos elegir entre varios trayectos, tanto por la costa norte como por la sur en la que poder alcanzar la Cueva de los Ingleses o las playas vírgenes de Tamarells. Acompañados en todo momento por un instructor que velará por la seguridad de todos, descubriremos lugares recónditos, una vasta variedad de fauna y flora bajo el mar inaccesible de otro modo. Si queremos optar por la versión más relajada, podemos alquilar un pasaje en barco y tener las mismas vistas sin hacer esfuerzo.
Ambas rutas son largas y duran aproximadamente entre 3 y 4 horas por lo que recomendamos hacerlas a primera hora de la mañana o pasado el medio día. Indispensable llevar agua, crema solar y camisetas y gorras para protegernos del sol.
La isla está llena de pequeños y recónditos lugares que sólo pueden ser accesibles, o bien mediante embarcaciones o a tierra por todoterrenos. Un viaje en “modo safari” en estos vehículos descapotables en los que alcanzar miradores sobre los que tener unas vistas espectaculares de la isla sólo comparables a las que puedes tener desde el mirador de Toro y lugares maravillosos como Binibeca. Si se realiza al anochecer, tendréis acceso a unos atardeceres magníficos que difícilmente podréis olvidar.
Una ruta por pequeñas pistas sin asfaltar a través de un bosque mediterráneo que pasa por antiguos molinos, cerca de restos arqueológicos y varios barrancos y cuevas con los que los niños estarán encantados. La actividad dura un mínimo de 6-7 horas por lo que es conveniente reservar un día entero, especialmente si por las condiciones metereológicas no es aconsejable ir a la playa.
En definitiva, la isla alberga un conjunto de atractivos más allá de sus maravillosas playas, lo que la hace un destino ideal para cualquier viaje en familia.
Imágenes proporcionadas y cedidas por Federico Martín.
Por Federico Martín, a 19-4-2021
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