Lo primero que nos llamó la atención fue la ubicación de la iglesia, caminando por unas calles estrechas y sinuosas, típicas de pueblos con vestigios musulmanes, de repente en la cima de una de ellas se alza majestuosa la iglesia de San Juan Bautista. La portada barroca de mármol y sillería rojiza, contrasta con el interior de aire clásico con sus columnas jónicas, arcos de medio punto y colores pastel que le aportan un aire elegante.

En la misma plaza, le acompañan el Palacio Municipal, que alberga el ayuntamiento. De la fachada destaca la ventana gótica valenciana trilobulada y el arco que conecta el edificio municipal con la oficina de turismo alojada en la antigua Casa Palacio de los Barones de Cabanes. El interior del ayuntamiento ha recuperado elementos góticos de gran belleza como son los arcos apuntados donde se han ubicado puertas acristaladas que recuerdan los ventanales góticos de las grandes catedrales. Si seguimos la dirección de los edificios nos encontraremos con la Casa Abadía.

Entre sus calles salpicadas de caserones antiguos con sillerías vistas y/o pintadas de colores llamativos, nos encontramos con el resto de la antigua muralla que protegía la población, concretamente con la torre del vigía, antiguamente ubicada extramuros, o con una de las pocas puertas que aún se mantienen en pie como la del Sitjar. Ésta última, muy cerca de lo que fue el antiguo horno del pueblo, donde todos venían a cocinar, pues tiene una envergadura de 7 metros, hoy convertido en el alojamiento turístico Casa Rural El Forn del Sitjar.

 

Cuando descubrimos el horno y más tarde uno de los restaurantes de la plaza els Hostals, Restaurante l'Hostal, con un comedor acogedor y bucólico, nos dimos cuenta que no todo es lo que parece en este pueblo, pues a sus más preciados tesoros se llega de la mano de los lugareños, cordiales, amables y muy atentos. Por supuesto en el término municipal no puede faltar un lavadero, un calvario, también una hornacina con San Antonio y una zona cercana a la población, donde los vecinos se pueden retirar a pasar el día o merendar, llamada "Els pinets".

Cuando ya parecía que lo habíamos visto todo en el pueblo, emprendemos el camino al arco romano, que da mayor visibilidad al municipio. Un bonito y recto paseo de 2 km nos lleva a lo que queda de él. Si tenemos en cuenta que en su época dorada fue un arco de triunfo, hoy solo apreciamos las piedras (dovelas) que componen el arco y la base sobre la que se apoya (pilares). Quizás el entorno solemne, tranquilo y la incertidumbre de su fundación/significado sean lo que lo haga tan especial.

Cabanes es inacabable en un día, sólo pudimos cubrir dos terceras partes de su superficie, nos ha quedado pendiente el Prat de Cabanes-Torreblanca y todo el litoral, numerosas torres vigías de la costa y algún que otro castillo; pero si os contamos todo no habría sorpresas por descubrir. ¿Os animáis?