Pensando todo este tiempo si escribía o no, casi se me pasa el plazo (menos mal que Prepara tu finde ha aplazado este concurso). Como brasileña que soy, dejo todo a última hora (es una pequeña broma, no quiero que ningún paisano mío se ofenda) y aquí estoy un domingo por la noche contando algo sobre mis paseos por España, porque viaje, lo que se dice viaje… siendo madre de 3 hijos y de un hijo político es complicado.
Dejando de lado la historia de mi vida, vayamos al grano. En estos 16 años que llevo en España, sigo haciéndome la misma pregunta “¿Cómo es que en un país tan precioso como España, las personas quieren salir fuera de aquí para viajar? ¡Hay muchas personas que ni siquiera han ido al Desierto de las Palmas!”
Lo que voy a hacer es contar alguna que otra anécdota de cosas que me sucedieron en mis alocados viajes para que lo tengáis en cuenta y no cometáis los mismos errores que yo. Como por ejemplo, cuando vas por primera vez a los San Fermines y acabas sentada y mosqueada en una plaza porque a tu compañero no le gusta el tipo de música que suena en los garitos ni el tumulto de gente. ¡Eso es otra! Tienes que elegir bien a tu acompañante porque no solo depende del lugar. La compañía es muy importante pues puede convertir un viaje fabuloso en una auténtica pesadilla.Volviendo a esa plaza de Pamplona, como excusa mi amigo me dijo que era un viaje gastronómico, entonces fuimos a un restaurante y pedí un plato típico de allí. ¿Os podéis creer que me ofrecieron paella? Pero yo, ni corta ni perezosa, le dije a la camarera: “cariño, vengo de la Comunidad Valenciana y no viajo hasta Pamplona para comer paella.”
Otra cosa que debéis hacer cuando vais de viaje es informaros antes, no vaya a ser que os pase como a mí en Puertomingalvo. Llegamos al lugar y yo con mi cámara preparada le pregunto a mi marido “bien, ¿y dónde está el puerto?”. Vamos… menos mal que soy morena, ¡porque me quedé con cara de rubia! (otra pequeña broma, no quiero ofender a nadie).
También es importante conocer bien la fiesta a la que vas a ir. Fui a ver la Pasión de Cristo en Borriol y como es un acto importante, me vestí todo lo seria y formal que pude. Ese no fue el problema, el verdadero inconveniente fue el ponerme tacones y ¡hacer todo el recorrido con ellos puestos! Vamos, que acabas reventada y tus amigos te tienen que llevar prácticamente a rastras, porque como dice el refrán “antes muerta que sencilla”.
Cabezona de mí, siempre me digo que el próximo viaje será mejor y no me doy por vencida, pero es que yo no sé qué pasa, que nunca nada me sale bien. Ahí estábamos saliendo de Eslida para ir al norte de España. Pasamos por Logroño, Vitoria, Zarautz, Pamplona (esta vez sin toros y cambiando la compañía) y La Rioja. Con la misma excusa que antes, en vez de ver el patrimonio, íbamos buscando bares y más bares. Hasta ahí, todo normal ¿no? ¡Pues no! Hay que tener mucho cuidado cuando vas a hacer fotos, ya que las personas no son objetos para ser fotografiados y se pueden enfadar... Paseando por una de esas callejuelas con poca luz y algo tenebrosa, mi amiga casi se quedó sin móvil porque una chica encapuchada se pensaba que le había sacado una foto mientas hacía un grafiti. La única palabra que pudimos articular o mejor dicho, balbucear, fueron varios “no”, mientras nos temblaban las piernas.
Podría seguir contando mil batallitas de Barcelona, Madrid (mi amigo y yo fuimos a hacernos los papeles y un abogado nos timó dejándonos sin papeles ni dinero), como de muchas otras ciudades. Pero me quedaré con uno de mis lugares favoritos, Eslida.
Es interesante ver las vueltas que da la vida y cómo consigues hacer que un pequeño pueblo se convierta en tu lugar favorito. La primera vez que visité Eslida fue para comer conejo al ajillo (en Brasil eso no se come, lo tienen como animal doméstico), y quién me iba a decir a mí que ese pueblo se iba a convertir en una parte esencial de mi vida, pues el año pasado estaba casándome en su ermita con un eslideroy desfilando por sus calles con una batucada.
Todavía me quedan muchas más historias que vivir, pues todavía no he hecho ni mi viaje de novios (ni el de antes de casarse ni el de después). Lo que sí sé con certeza es que mis anécdotas serán en España, porque ir de crucero, a Londres, a Roma, a Paris, no es algo que me llame la atención. Todavía tengo mi sueño de ir a Andalucía y ponerme un vestido de cola y con lunares subida en un caballo andaluz, visitar la Alhambra de Granada, pisar un tablao flamenco y recorrer Córdoba. Además de ir a Segovia y comer un cochinillo o visitar Zaragoza y su Monasterio de Piedra.
Hay muchas cosas preciosas en España, desde pequeños pueblos hasta grandes capitales. Basta con tener ganas de apreciar las cosas que tiene esta tierra magnífica, pues en España puedes encontrar todo lo que buscas y mucho más.
Por Maria Aparecida Lima de Oliveira, a 17-3-2017